La inteligencia artificial ha transformado numerosos sectores, desde la medicina hasta las finanzas, y está comenzando a jugar un papel importante en la ciberseguridad. Sin embargo, también presenta riesgos significativos, ya que puede utilizarse para encontrar patrones en datos encriptados, analizar puntos débiles en redes y mejorar técnicas de ataque. De hecho, algoritmos de aprendizaje automático están diseñados para adaptarse y mejorar, lo cual también es aplicable a técnicas de ataque digital.
Por otro lado, la computación cuántica promete una capacidad de procesamiento exponencialmente mayor que los ordenadores actuales. Este avance pone en riesgo los algoritmos de encriptación tradicionales como RSA y AES, que hoy en día protegen datos sensibles en todo el mundo. Si un ordenador cuántico lo suficientemente potente llega a manos equivocadas, podría descifrar datos encriptados de una forma nunca antes vista.
La IA ha logrado optimizar la selección y combinación de elementos a nivel atómico, lo que permite crear materiales con propiedades precisas adaptadas a necesidades específicas, sin necesidad de pasar por las etapas de prueba y error tradicional. Así, tecnologías que antes requerían décadas para perfeccionarse pueden ahora desarrollarse en pocos años.
La computación cuántica utiliza principios de mecánica cuántica para realizar cálculos a una velocidad y escala inalcanzables para los sistemas convencionales. Uno de los principales algoritmos cuánticos es el Algoritmo de Shor, diseñado para factorizar números primos de forma extremadamente rápida. Este tipo de procesamiento puede hacer que las claves criptográficas actuales, que en la computación clásica son seguras debido a la dificultad de cálculo, se vuelvan obsoletas.
Actualmente, la seguridad de muchos sistemas se basa en el tiempo y los recursos necesarios para romper una encriptación. La computación cuántica reduciría este tiempo de décadas o siglos a horas o incluso minutos, exponiendo a gobiernos, empresas y ciudadanos a ataques sin precedentes.
¿Estamos preparados para este cambio? La respuesta corta es que no del todo. Las instituciones financieras, las empresas de tecnología y las agencias gubernamentales están invirtiendo en investigaciones sobre criptografía poscuántica. Esta nueva rama de la criptografía tiene como objetivo desarrollar algoritmos que sean resistentes a la computación cuántica. Sin embargo, estos algoritmos están en fase experimental, y la adopción generalizada aún llevará tiempo.
En cuanto a la IA, esta puede tanto amenazar como proteger la seguridad digital. Las herramientas de IA se están utilizando para mejorar la detección de amenazas, identificar vulnerabilidades y responder a ataques en tiempo real. Pero también puede usarse para automatizar ataques, como phishing personalizado y fraudes, haciéndolos más sofisticados y difíciles de detectar.
El avance de estas tecnologías plantea retos urgentes para la ciberseguridad. Las empresas y gobiernos deberán:
La IA y la computación cuántica nos ofrecen un futuro lleno de posibilidades. Sin embargo, estas tecnologías también suponen un desafío enorme para la seguridad digital. Las soluciones están en camino, pero requieren tiempo y colaboración global para ser efectivas.
La adopción de tecnologías de IA en el desarrollo de materiales representa una ventaja competitiva para aquellos países e industrias que invierten en esta innovación. Además de reducir los tiempos de desarrollo, los materiales producidos con IA suelen ser más eficientes, sostenibles y adaptables a las condiciones del entorno en el que serán utilizados.